Este artículo fue uno de los primeros que publiqué en Revista PROXIMA, apareció en la PROXIMA nro. 9 - VERANO (marzo 2011), hace casi 5 años, El tema me parece apasionante y creo que Jorge Korzan lo desarrolló con gran claridad. Próximamente en su blog, una versión actualizada y adaptada para la publicación digital; aquí el texto original.
SINGULARIDADES
Por JORGE KORZAN
El término Singularidad Tecnológica, o Singularidad
a secas, se hizo conocido en la ciencia ficción de la mano de Vernor Vinge en el año 1984. De entonces
a hoy, su difusión ha crecido y su definición ampliado, siendo referencia no
solo para autores y lectores de CF, sino para corrientes filosóficas como el Futurismo y Transhumanismo.
Todavía son grupos
minoritarios, pero esto parece a punto de cambiar.
Otros autores
propagan el concepto hacia el gran público, para quien lo tecnológico hoy es la
gran moda. Puede pensarse que el entorno general está casi preparado para que
el tema se popularice. Para los fans
de la Singularidad,
incluso todo esto es prueba de que el
momento está llegando.
Pero ¿a qué se
refieren en concreto con Singularidad?
¿En qué nos puede afectar? ¿Es algo para el futuro o nos tocará a nosotros? ¿Es
una o son varias?
La
Singularidad Tecnológica
En matemáticas,
groseramente hablando, tenemos una singularidad
cuando una función converge hacia valores infinitos, como es el caso de las
funciones exponenciales o hiperbólicas. Para los físicos que estudian los
agujeros negros, una singularidad
gravitacional es un punto o estado donde las funciones matemáticas que lo
describen también tienden a infinito, al grado en que no se puede determinar ni predecir su estado a futuro, porque las propias reglas y leyes de la física
dejan de ser válidas.
Para Vernor Vinge, lo que conocemos como
desarrollo tecnológico sigue una curva de tipo exponencial. En particular si
observamos al desarrollo de la electrónica, la computación y las tecnologías de
manejo de información. Cada uno de estos campos influye sobre el otro de forma
tal que su desarrollo se realimenta, con lo
que el ritmo de crecimiento aumenta y esto se manifiestacion más pendiente en la curva: la proyección
tiende a infinito.
Además, como estamos
hablando de tecnología, que es algo que afecta
cada actividad de la vida y cultura humanas de maneras que no solo las potencian sino que también las
modifican, imaginar una “tecnología infinita” implica una indeterminación. No se puede definir ese estado y mucho menos lo que vendrá después.
Por esta razón, en analogía con los casos de matemática y física dados más
arriba, a este punto o momento se lo conoce como Singularidad Tecnológica.
Raymond
Kurzweil
profundiza más en esta idea y señala que los incrementos de desarrollo tecnológico
pueden considerarse como incremento de
la inteligencia. Cada día incrementamos nuestra información, cada día la
procesamos más velozmente, cada día la hacemos circular más. Todos esos
procesos influyen y disparan desarrollos que antes eran impensados, desarrollos
que magnifican y potencian a su vez todo el proceso, pero por sobre todo lo aceleran.
Esta aceleración
implica que lo que para nuestros abuelos eran avances de una década a otra, para nuestros padres fueron cuestión
de años, y para nosotros de meses.
Aquí podemos dar como ejemplo el desarrollo de la computación personal, pero
para el gran público se ve en particular en el desarrollo de internet, los
celulares y todo lo relacionado a las comunicaciones.
Observando esto y
sumando los desarrollos en las universidades y centros de investigación,
Kurzweil desarrolló su Ley de
Rendimientos Acelerados, que podemos enunciar así:
La
tecnología más inteligencia, produce más tecnología con más inteligencia en
tiempos cada vez más cortos.
Esto permite a
Kurzweil, en obras como “La Era
de las Máquinas Espirituales” o “La Singularidad está cerca”, hacer proyecciones y
predicciones acerca de lo que nos espera a medida que nos acerquemos a la Singularidad. Para
él, ninguna de esas proyecciones es
fantasía, la única variable es cuánto tardarán en llegar: según su Ley de
Rendimientos Acelerados no importa qué tan complejo y difícil sea un desafío,
una vez encarado su resolución avanza en
forma exponencial. Un ejemplo que ofrece es la descripción del genoma humano, tarea que comenzó en la década de
1990 y que en principio se planteó culminaría a mediados de este siglo, pero
que terminó resolviéndose en 2003, posibilitando además muchas otras
investigaciones más ambiciosas.
¿Qué espera Kurzweil
de la Singularidad?
Ante todo, lo que
llama superinteligencia, una
inteligencia con capacidad superior a la
humana: más veloz, más abarcativa, con mayor capacidad de relacionar y con
conclusiones más complejas. Concepto resumido en la idea de máquinas inteligentes y/o superinteligentes.
Estas máquinas
estarían presentes en todo, en cualquier
parte, incluso integradas a nosotros
moviéndose en tamaño microscópico por nuestro torrente sanguíneo.
Esta integración con
entidades de tamaña potencia y capacidad nos permitirían incrementar a grados
insospechados nuestras propias capacidades, pudiendo resolver de maneras hoy
impensadas todos nuestros problemas, sin
importar su dificultad. Conceptos como la telepatía, o comunicación instantánea mente-a-mente con ideas perfectamente claras
sin malinterpretaciones, son tranquilamente considerados, así como la
posibilidad de aprovechar la energía
disponible en todo proceso, el fin de todas nuestras limitaciones
energéticas.
Pero en particular,
Kurzweil señala el impacto de la superinteligencia en la comprensión, contención
y luego solución de las enfermedades
comunes y terminales, del envejecimiento, y la estremecedora posibilidad (para
él, completamente plausible) de la inmortalidad.
Resumiendo, en la Singularidad seremos (al menos) semidioses, o estaremos
acostumbrados a convivir con ellos, en formas y actividades que ni existen
ni podemos imaginar. Todo en un entorno
sin límites donde cualquier cosa es posible, donde el único freno a nuestro
deseo es la paciencia impuesta por la ley de rendimientos acelerados, paciencia
cada vez más soportable pues los tiempos irán tendiendo a cero.
¿Y qué tan
próxima es esta Singularidad? Según
Kurzweil, estaremos
entrando en ella alrededor del 2030, en
apenas veinte años.
O sea: tanto vos que
leés estas líneas como quien las escribió, y quienes te rodean (incluso padres
y abuelos), con un poco de suerte, no
solo llegarán a ver este proceso sino que formarán parte de él, lo quieran o
no.
Para los pensadores
del movimiento llamado Futurismo, al
cual pertenece Kurzweil, la Singularidad Tecnológica es un evento inevitable que arrastrará todo lo que conocemos hacia un más allá absolutamente venturoso.
Una corriente filosófica denominada Transhumanismo
toma en esencia esto como base, analizando, planteando y promoviendo una
“humanidad transhumana”, vale decir una especie de Humanidad 2.0 con mejoras y avances en diversas formas sobre todo
aspecto imaginable: más inteligente, más hábil, sin enfermedades, enormemente
longeva o inmortal.
Obviamente esta
visión inmensa tiene su grupo de detractores y de escépticos, cuyos argumentos
no vienen al caso ahora, salvo uno: que esta visión peca de simplista y poco desarrollada. Cosa que veremos a
continuación, basados en la hipótesis de que viviremos la Singularidad Tecnológica,
pero además, y por lo menos, viviremos otras tres.
La
Singularidad Humana
Hoy somos prácticamente 7000 millones de
personas, cada vez más conectadas y relacionadas. Para los fans de la Singularidad Tecnológica,
eso es a la vez un parámetro y un efecto pero ¿y si fuera parte de otro proceso en crecimiento?
Desde hace algunas
décadas sabemos que en sistemas dinámicos de gran escala las relaciones e
interacciones no son lineales ni en un solo sentido. Se basan en feedbacks
o realimentaciones que además de
lineales pueden ser ramificadas, involucrando entidades de diferentes tipos y a
distintas escalas. Lo vemos en el tema ecológico, en la economía y en la
política.
Además, en los
últimos años se hace presente el término complejidad.
Que no solo se aplica a los temas del párrafo anterior, sino en especial a las
investigaciones en genética, y en particular, en neurología. Hoy el Santo Grial de la investigación científica es
poder comprender cómo está constituido y opera el cerebro humano; que a la vez, es quizás el desafío más grande
jamás afrontado debido a la inmensa complejidad del mismo.
Un factor común, que
podemos observar como síntesis de ambos campos, es la invención
enormemente popular llamada internet.
Para los fans de la Singularidad Tecnológica,
es todo un símbolo de la misma Singularidad, un ejemplo de crecimiento y
desarrollo exponenciales que responde a la ley de rendimientos acelerados de
Kurzweil.
Podemos decir que
internet es claro ejemplo de lo expuesto arriba por ser un sistema complejo, de
escala planetaria, que desarrolla cada vez más funciones e interviene en cada
vez más inter-relaciones, muchas veces realimentadas. Para autores como Kevin Kelly, puede entenderse a Internet
como una supermáquina o mejor como
un supercerebro de alcance planetario, referente definitivo para todo ser humano,
hipótesis que varios fans del
Futurismo y Transhumanismo gustan de creer con fe casi cercana al dogma.
Ahora bien, tenemos
los sistemas complejos, el estudio del cerebro e incluimos internet en este
análisis. ¿Dónde está la
Singularidad Humana?
No podemos negar que
internet es la herramienta humana de crecimiento más explosivo jamás registrado,
con un potencial inmenso que todavía no entendemos, a una escala tan vasta que
no podemos abarcar. La cantidad de información (siempre en crecimiento) que
acumula, y en especial la velocidad de circulación, relación y cambio de esa
información la convierten en el estímulo
más poderoso jamás inventado.
Hoy sabemos que el
cerebro humano, todo cerebro humano, es una entidad enormemente adaptable, capaz de auto-modificarse para mejorar su
adaptación a diferentes estímulos. Creíamos que esa adaptación solo ocurría
en la niñez y pubertad, que en la adultez el cerebro “estaba definitivamente ensamblado”
y no se adaptaba más: esa suposición es
falsa.
Hoy estimamos que 2000 millones de personas acceden a
Internet en forma cotidiana. Hoy, ahora, en cada una de esas personas, en
vos y en mí, en mayor o menor medida se adaptan y modifican comunicaciones
entre neuronas, redes neuronales completas y no sabemos si las propias neuronas cambian en algo. Una gimnasia
cerebral que se da día tras día, y como toda buena gimnasia en crecimiento sostenido a lo largo del
tiempo. No solo recibiendo y acumulando información, también procesándola y
entregándola de nuevo al circuito: un proceso realimentado, feedback constante que promueve que el
proceso aumente de forma acelerada. ¿Estos patrones te resultan familiares?
Antes internet, para
el gran público, era la inmensa biblioteca de sitios web y blogs, con información
relativamente estática de consulta y referencia. Hoy hablamos de la Web 2.0, con las redes sociales, el universo de Windows Live Messenger y en especial
servicios como Facebook y Twitter, donde quienes ingresan ven información
dinámica y cambiante, con la cual interactúan y a la que agregan más información y más conexiones en forma cada vez más
acelerada. Todo esto, nuevamente, repercute en el cerebro, en el cerebro
adaptable de cada uno de nosotros.
¿Hacia dónde va ese
proceso? Recién ahora estamos empezando a verlo, y posiblemente no tengamos
conciencia de todos los detalles, así que solo podemos conjeturar. Lo que sí sabemos
es que según estimaciones, en 10 o 15
años la cantidad de personas conectadas a internet se duplicará. Y si el ritmo
se mantiene (suposición conservadora, ya que según la ley de rendimientos
acelerados lo más probable es que se incremente), para alrededor del 2030 cada ser humano del planeta estará conectado a
Internet de alguna forma.
Algunos fans de la Singularidad Tecnológica
sueñan que, en esa época, “internet despertará” como una especie de supraentidad planetaria consciente de
sí misma.
Quien escribe
sospecha que en ese momento conoceremos la Singularidad Humana
a plena potencia. ¿Pero cómo? Con mutaciones.
En este momento el
concepto de Evolución Natural se está
haciendo pedazos. No porque sea falso, sino porque estaba mal planteado y
con datos insuficientes. El Árbol de la Evolución planteado por los darwinistas es
inexacto e incompleto, con posibilidades de cambio, de mutación, insospechadas hasta ahora y de las cuales no conocemos
todavía todas las implicaciones. Asumimos que el proceso de la evolución es
lento por analizarlo durante tiempos geológicos, con poca complejidad, bajo estímulo y mínima aceleración. No sabemos prácticamente nada de la
evolución en condiciones completamente opuestas. Y hoy existen
investigadores que argumentan que la evolución puede darse en saltos cuánticos, de desarrollo
explosivo, como los que se observaron tras las extinciones masivas registradas
en el pasado geológico de la
Tierra.
Cada
uno de nosotros es un laboratorio móvil frente a un entorno cada vez más cambiante
durante el lapso de vidas cada vez más largas,
gracias a los desarrollos médicos.
Además, somos 7000
millones de personas y el número va en aumento, una cantidad de seres humanos
jamás registrada en la
Historia.
Bajo estas
condiciones aceleradas, quizás todos estos
cambios afecten en diversas formas a las generaciones siguientes
desarrollándolas posiblemente a una velocidad mayor.
El posible
resultado: seres humanos con diferente
estructura neuronal, con redes neuronales distintas o directamente nuevas,
incluso con neuronas de nuevo tipo. Capaces de incorporar y elaborar
información más rápido y de forma más completa, posiblemente con más memoria o
bien con la capacidad de retener la información de otras maneras. Quizá, como
propone Greg Bear en “Los Hijos de
Darwin”, esto implique que aprovechen sentidos adicionales, o directamente
magnifiquen a niveles sorprendentes los sentidos que ya utilizamos: mejor
vista, audición, olfato, etc.
Muy
posiblemente exista gente así ahora, ya.
En el ambiente new age se habla hace casi dos décadas
de los niños índigo y cristal,
supuestos “niños elevados” con mayores niveles de percepción, concepto rebatido
por la Medicina
como mera superchería sin fundamento. Lo que sí se admite que existe es una
explosión de casos del Trastorno de
Déficit de Atención (TDAH o ADHD) que en el caso de muchos “niños índigo” se trata con
Ritalina. A la vez, hoy es popular el
concepto de autismo, y miramos
documentales sobre los idiots savants,
personas hiperdesarrolladas para el dibujo, la música y el cálculo pero casi
imposibilitadas para el resto de las actividades humanas.
Series de TV como The Big Bang Theory y Doctor House popularizan la imagen del
afectado por Síndrome de Asperger,
casos de elevada y rápida capacidad intelectual, sumada a una deficiencia
muchas veces notoria en la capacidad de relación emocional con los allegados
más próximos.
En la evolución, la
mayor parte de las mutaciones son incompletas, con capacidad de adaptación
limitada, intentos fallidos. Quién
sabe si todos los casos enumerados arriba son (o no) borradores de un proyecto
no concluido. Pero más importante aún ¿existen casos en donde la mutación haya sido completa,
desarrollable y transmisible? ¿Y en qué?
No tenemos de eso la
menor idea. Bajo la suposición de que tal cosa es posible, vos que leés estas líneas podrías ser un mutante, sin sospecharlo
siquiera.
Porque la
posibilidad más impresionante de estas mutaciones no es solo la capacidad de
percepción, sino la de expresión. Un
ser humano con otra estructura neuronal no solo percibiría su entorno de diferente
modo, sus respuestas serían también diferentes, y esas respuestas incluirían
sus razonamientos, sus iniciativas y sus creaciones.
En este contexto,
posiblemente varias personas que denominamos genios o personajes excepcionales tengan estas características. Tal
vez, simplemente, han sabido adaptarse
para expresar su mutación de manera que las pautas estándar de nuestra
cultura y sociedad las acepten. Normalmente, esto no sucede así, y en la enorme
mayoría de los casos podemos imaginar a esas mutaciones ignoradas y reprimidas por los propios mutantes para no ser rechazados,
o estar en desventaja, frente a un entorno donde viven que no les aceptaría ni
comprendería si se manifestaran como son.
Hasta aquí hablamos
de la expresión
individual de una persona, quizás un posible mutante. Pero al hablar de los
seres humanos también debemos analizar su capacidad de expresión social.
Gracias a las redes
sociales en expansión, gracias al incremento de conectividad dado por una internet
en crecimiento, hoy somos partícipes y testigos del mayor crecimiento en las
relaciones sociales jamás registrado. Millones de personas entran en relación
con otras, residentes en extremos opuestos del mundo, intercambiando experiencias,
confidencias, emociones, incluso secretos sin conocerse personalmente, sin
importar siquiera las diferencias de idioma gracias a servicios de traducción
cada vez más eficaces, tendientes a operar en forma instantánea.
Para los críticos de
las redes sociales, esta inmensa cantidad de relaciones puede no significar nada, ser irrelevante,
malinterpretada con actitudes egoístas y narcisistas sin justificar una relación
real y significativa. Puede ser que tengan toda la razón, pero esta explosión
que vemos está recién comenzando, no ha
llegado a su punto máximo y no sabemos cómo evolucionará.
Hay quien piensa en
una inteligencia basada en Twitter por
ejemplo, una especie de expresión grupal a gran escala acerca de un tema
puntual, político, económico o social que podría terminar siendo la expresión pública de la Humanidad conectada como
un todo, la
Opinión Pública que opina y se expresa a escala local,
nacional, incluso planetaria.
Ciertamente esta
idea es una suposición embrionaria difícil de imaginar, pero no podemos negar
que puede desarrollarse. A través de Twitter
se han criticado y condenado públicamente las últimas elecciones en Irán,
incomodando a los gobiernos, que frente a los hechos reaccionaron en forma más lenta. Y es significativo
hoy en día que los políticos busquen participar en las redes sociales, en una
conexión con sus votantes, partidarios y/o representados, sin intermediarios.
¿Podemos imaginar un
crecimiento de esta Conciencia Global,
por denominarla de algún modo? ¿Podemos prever no solo que opine, sino que actúe a gran
escala, como puede apreciarse en corrientes solidarias frente a desastres
naturales, donde no solo se avisa y se observa, sino también se coordinan
movimientos y distribución de recursos?
¿Podemos imaginar a
esta Conciencia Global mirándose a sí
misma, corrigiendo sus limitaciones y errores, elaborando proyectos y planteándose
objetivos? ¿Podemos imaginar un paso más y plantear a esta Conciencia
Global imponiendo exigencias y
reclamando derechos y obligaciones?
Cuando esta Conciencia
Global se vea, se reconozca, y comience a propagarse y debatirse en internet,
podemos esperar la más grande revolución
jamás vista en toda la historia humana. Porque hasta ahora, las
revoluciones siempre fueron locales, siempre fueron de élites, en este caso
posiblemente también, pero la diferencia es de escala. Con internet la escala es planetaria y su influencia puede terminar desgajando el concepto de política, de
gobierno, de responsabilidad social, de derecho, de responsabilidad y
obligación en toda región del globo.
Podemos
plantear este momento como una Singularidad,
en el sentido de que estamos frente a lo desconocido,
a una escala que no podemos evaluar y en base a relaciones que no podemos
prever. Esto sin contar que la expresión de esta Conciencia Global estará afectada por todas y cada una de las
mutaciones individuales, que tienen la posibilidad de expresarse en el
anonimato de la mínima escala, de la masa promedio. De hecho, muy posiblemente la propia Conciencia Global sea la
expresión promedio de una mutación en crecimiento y desarrollo acelerados.
Frente a esta Singularidad Humana estamos con las
piezas presentadas pero no tenemos idea de cómo encajan entre sí. Cuando se
aproxime, veremos una explosión de permutaciones y relaciones crecientes,
aprovechando las herramientas que dará la Singularidad Tecnológica,
cada vez más versátiles, más complejas, en mayor número y a ritmo más
acelerado. Cuando esto suceda, y se perciban claramente los efectos colaterales
que genere (y que seguramente nos afectarán, a nivel personal y grupal) nos parecerá tan
importante que la misma
Singularidad Tecnológica en comparación nos parecerá irrelevante.
Porque frente a la Singularidad Humana,
todo lo que entendemos por cultura,
sociedad, costumbres, economía, política, la entera civilización actual será
analizado, discutido, juzgado y sometido a cambios, tanto por acción como por
omisión, y en forma cada vez más acelerada. Los gobiernos, las religiones y
cualquier otra institución, temerosos de tener competencia o de ser obligados a
adaptarse o morir, harán todo lo posible por acotarla o acogotarla, usando
también recursos dados por la Singularidad Tecnológica.
Aquí se abre una variedad de posibilidades que dejo a libre imaginación, pues
implican toda una indeterminación.
Querámoslo o no, la Singularidad Humana
está tan cercana a nosotros como la Singularidad Tecnológica,
por lo tanto todos nosotros también
seremos testigos y parte involucrada.
Lamentablemente,
además de estas Singularidades deberemos ocuparnos de otra más.
La
AntiSingularidad
o ContraSingularidad
Hasta aquí todo
impresionante ¿verdad? Pero ahora pongamos algunos paños de agua fría sobre
nuestras cabezas afiebradas.
En el universo
matemático existen curvas exponenciales, entendemos que en los agujeros negros
hay singularidades físicas, pero en el resto del Universo real esto implicaría
procesos o eventos equivalentes. Y la realidad es que no existen, o mejor dicho, pueden tomar desarrollos exponenciales
por cierto período, para luego cambiar hacia otro estado.
Un ejemplo que todos
vivimos es la niñez y pubertad. El desarrollo de un bebé recién nacido hasta
los 3-4 años puede considerarse como exponencial, así como el crecimiento
explosivo de la adolescencia. Pero al llegar a la adultez este crecimiento se
degrada, derivando en la vejez.
En la naturaleza los crecimientos exponenciales son
inestables, y su resultado final es de colapso,
como puede apreciarse en una supernova o un cáncer. Podríamos decir, aunque no
entendemos cómo, que de alguna forma los procesos exponenciales son contenidos
de manera que resulten útiles durante cierto intervalo ¿pero esto es solo para
evitar colapsos destructivos?
No podemos definir
todavía qué es la Vida,
pero podemos decir que es un proceso dinámico en muchos sentidos, que aprovecha
y a la vez combate la entropía: el desgaste y freno de
todo proceso físico, químico y en especial informacional. La entropía es caos y
desorden en cualquier factor, mientras que todo proceso viviente requiere
cierto orden estable y continuado, sin el cual no puede existir. Mientras se
mantenga un equilibrio, mientras la Vida se mantenga en esa
eterna cuerda floja, perdurará; pero al
menor desequilibrio la entropía siempre gana.
Cualquier
Singularidad, prácticamente por definición, es un proceso tan vasto y en
especial complejo que puede ser
considerado casi como un proceso viviente. Y en ese sentido también está sujeta
a esa tensión frente a la entropía. Lo interesante aquí sería ver dónde se
producen el desorden, el caos: el término más adecuado para definirlo como un
todo es conflicto.
En la Singularidad Humana,
donde ante todo hablamos de seres humanos únicos y complejos en sí mismos,
probablemente sujetos a una mutación a
gran escala y acelerada, y relacionados de forma más compleja aún, en
formas dinámicas y no ordenadas,
siempre la posibilidad de conflicto estará presente ya que forma parte de todo
entramado social. Esto lo vemos en la vida cotidiana cada uno de nosotros, y
puede verse documentado en la historia. Y en la historia, muchas veces, hemos
visto guerras, depresiones económicas y derrumbe de civilizaciones producidos,
esencialmente, por conflictos mal contenidos
propagados a alta velocidad, incluso exponencialmente.
Podemos señalar que cuanto más compleja y desarrollada sea una
Singularidad, más crecerán sus posibilidades de conflicto. Cada hecho, cada
relación incluirá conflicto, al menos en forma potencial.
Y puede darse la
posibilidad de que el crecimiento
exponencial del conflicto sea mayor que el de la Singularidad misma,
desafío ineludible frente al cual la alternativa es colapso y/o desaparición.
Siendo el conflicto
dependiente de la
Singularidad, es lógico suponer que su crecimiento y desarrollo
compartirá los mismos patrones y características. Lo que equivale a decir que es otra Singularidad, que bien podemos
denominar AntiSingularidad o ContraSingularidad, el equilibrio
entrópico de la Singularidad
misma.
En este punto, los fans de la Singularidad Tecnológica
bien pueden replicar que lo descrito es aplicable a la Singularidad Humana,
que por incluir seres humanos caóticos e
imperfectos de por sí también incluyen conflicto, pero que en el caso de la Singularidad Tecnológica
no sería así por tratarse de un proceso básicamente ordenado, que al llegar al
estadio de las máquinas superinteligentes
podría considerarse ordenado del todo, sin posibilidad de conflicto alguno.
Lamentablemente para
ellos, hay razones para poner esto en duda.
En primer lugar, la Singularidad Tecnológica está y estará en relación con la Singularidad Humana.
Podrá ser ordenada y perfecta, pero aún en forma pasiva participará en toda
relación perteneciente a la Singularidad Humana, siendo canal de conflicto,
incluso maximizándolo. Podemos imaginar que actúe como regulador de conflictos:
eso implica otra relación que también
incluirá conflictos, ya que ninguna regulación es perfecta.
La
Singularidad Tecnológica
podría decidir escindirse de la Singularidad Humana,
ya que esta es canal de conflicto potencialmente destructivo. En ese caso
podemos imaginar a las máquinas superinteligentes abandonando a los seres humanos,
o bien decididas a aniquilarlos, en
cualquiera de los casos borrando el
problema. Aquí estamos citando un tema muy explorado en la CF, en especial en el cine con
obras como las sagas Terminator y Matrix, y posiblemente en muchas más en
el futuro. Como puede verse de inmediato, ambas
posturas son relaciones que también
implican conflicto.
Pero, en segundo
lugar, hay algo peor para las
máquinas que sus relaciones con la terrible Singularidad Humana.
Imaginar una máquina
inteligente, incluso una máquina superinteligente, aunque sea algo ininteligible
para nosotros, limitados seres humanos, implica algo que conocemos muy bien.
Como podemos ver en
nosotros mismos, una entidad compleja suficientemente capaz de pensar, actuar y
luego posiblemente decidir qué hacer
en ambientes versátiles y complejos, termina
desarrollando una personalidad, se vuelve persona. Por lo menos esto
implica tener un yo, un sentido de identidad frente a otras entidades diferenciadas.
Podríamos decir que toma conciencia de si misma, sin entrar en disquisiciones no resueltas
acerca de qué denominamos como conciencia.
Pero solo con esto, tenemos una entidad con capacidad de elección, con libre albedrío.
Multiplíquese esto
por la cantidad de máquinas que queramos. El
orden impoluto de la Singularidad Tecnológica se va al demonio de su
propia AntiSingularidad. Cuando las máquinas sean inteligentes se volverán personas
aún en sus propios términos, lo que generará conflicto entre ellas. Y
cuando sean superinteligentes, la cosa
empeorará. Siendo más perfectas (rápidas, complejas) que los seres humanos,
los conflictos entre ellas se multiplicarán más rápido y de forma mucho más
compleja, con lo que su AntiSingularidad
crecerá más que en el caso de la Singularidad Humana.
Bien podríamos
imaginar que en este escenario, las
máquinas desarrollarían envidia al vernos a nosotros, que como criaturas
limitadas también tenemos nuestros conflictos acotados en algún punto, sin
llegar a niveles que para ellas podrían
ser inmanejables. Y quién sabe si al final, las máquinas superinteligentes
decidieran que no pueden vivir sin nuestra ayuda, porque serían los
seres humanos quienes posibiliten que se regulen ellas entre sí de alguna
forma, y no al revés.
Más
allá de este punto solo podemos especular.
Apenas somos capaces de evaluar la Singularidad Tecnológica,
vislumbrar la
Singularidad Humana, considerar la AntiSingularidad. Nos
supera intentar imaginar cómo las Singularidades Tecnológica y Humana querrán contener a la An-
tiSingularidad que
ellas mismas generarán.
Pero estamos en
condiciones de plantear una Singularidad
más, indispensable para poder entender y convivir con las tres que ya
mencionamos.
La
SuperSingularidad
o Singularidad de Pensamiento
Frente a las tres
Singularidades ya nombradas, forzosamente tendremos que adaptarnos, por propia iniciativa o arrastrados por las circunstancias
que las Singularidades originen. Sea por cambios que nosotros provoquemos o no,
las Singularidades generarán feedbacks
que influirán sobre nosotros, repitiendo y acelerando este proceso una y otra
vez.
Tras leer todo lo
anterior, en este punto podemos preguntar no solo si la Humanidad podrá vivir en
este entorno, o siquiera sobrevivir, sino simplemente existir. Según Kurzweil y los Transhumanistas, la solución pasa por
cambiar de estado. La propuesta es
dejar el formato biológico del cuerpo y del cerebro, pasando a reemplazos
tecnológicos, más eficientes, confiables y perfeccionables. O mejor, sintetizar
nuestra mente en un entorno de software puro, transformarnos en una suerte de
espíritus digitales que podrían interactuar con el universo físico mediante
diversas tecnologías, como se puede ver en varios cuentos y novelas de Greg Egan. En palabras del propio
Kurzweil, integrarnos con las máquinas
superinteligentes y ser una entidad superinteligente más, con lo que nuestra
capacidad de adaptación quedaría asegurada.
Pero pese a los
creyentes en las máquinas superinteligentes, lo más probable es que ellas terminen planteándose igual desafío
que nosotros, solo que a distinto nivel. Como vimos por la naturaleza de la AntiSingularidad
que enfrentarán, posiblemente encaren ese desafío antes que nosotros. Confiamos en que su superinteligencia sea
garantía de éxito, pero sobre eso no tenemos
seguridad alguna.
En
este escenario que consideramos, tanto seres humanos como máquinas están igual
de limitados.
Y cuando las Singularidades tiendan a infinito más allá de toda comprensión,
serán reducidos a la nada.
¿Cómo afrontar esto?
Todo lo que hemos
conseguido y desarrollado ha sido en base a una forma de pensar. Frente a escenarios dados por la naciente
Singularidad Tecnológica, es evidente que nuestra forma de pensar actual está
llegando a un límite, y le cuesta avanzar más allá de ciertos puntos, en particular
ante problemas de gran escala como la economía, la ecología, la pobreza en el
mundo, las pautas sociales en continuo cambio, etc.
Hoy estamos
desarrollando, descubriendo y evaluando nuevas
formas de acción, nuevas normas de conducta y nuevas pautas de análisis, de
la mano de los emprendedores que generan
novedades en internet y todas sus tecnologías asociadas. Aunque no lo tengamos
conscientemente analizado, lo sabemos;
y por esta razón, a esta clase de personas ahora las elevamos al nivel de
brillantes estrellas. Kurzweil es un emprendedor tecnológico aparte de pensador
y divulgador, conocido por el sintetizador musical que lleva su apellido, por
ser uno de los padres del OCR que nos permite escanear textos, y otros
desarrollos. Otros señalan a personajes mucho más conocidos como Bill Gates y Steve Jobs, en lo referente a influencia empresarial y social. Es
muy probable que aparezcan más personalidades de este tenor, y se le termine
dando al emprendedurismo tecnológico
una importancia que hoy apenas podemos sospechar.
Pero, como todo en
lo relativo al hombre, hablamos de enfoques
parciales. El emprendedurismo tecnológico apunta al futuro pero no es la
garantía de futuro (por más que se la venda con todo éxito en los próximos
años), es solo una garantía, y hay otras.
Tiene
que ser así.
Por la sencilla razón de que el emprendedurismo, por más que fomente y genere
una Singularidad, es y será limitado frente a ella, incluso con la probabilidad de ser devorado por su
propia creación ¿cómo es esto?
El emprendedor es
una figura desarrollada en una cultura capitalista de consumo a gran escala,
donde un valor importante es la diferencia:
de capital, de recursos, de iniciativa, de estilo, de habilidades, de poder y
de fama. Esto se puede apreciar en los medios pero en especial en redes sociales
como Twitter, donde estos patrones influyen en los niveles de comunicación
entre gente que es seguidora (consume
mensajes) y otra gente que es seguida
(genera mensajes e influye en los temas a tratar, incluso creándolos).
Ahora bien, cuando
las Singularidades despeguen e impongan cambios cada vez más acelerados, en
particular si son positivos, un efecto que podemos esperar ver es que entre seres humanos las diferencias se irán
diluyendo. Las tecnologías son cada vez más baratas, y podemos sospechar
que a futuro los recursos también serán cada vez más baratos, con lo que
podríamos aspirar a una edad de oro de
riqueza material, donde todo puede ser posible. En ese escenario ideal,
ideas como capital, recursos, habilidades se esfumarán, cualquiera dispondrá de ellas. Seguirían habiendo otras
diferencias, como la de la iniciativa, hasta que impongan su supremacía las
máquinas superinteligentes. En ese momento, podemos aventurar que la figura del
emprendedor se reducirá hasta desaparecer, su influencia será cero.
Con este ejemplo
podemos observar que quizás convenga enfocarse en alternativas como la filosofía, la psicología, el arte.
Cuando la
Singularidad Tecnológica se dispare, tanto ciencia como
tecnología tendrán vida propia más allá de nosotros, que como seres humanos
podremos concentrarnos en estudiar y desarrollar nuestras características humanas. Muy posiblemente esto, más que otra cosa, sea la base de
la Singularidad Humana.
Y el fruto de estos
desarrollos combinados será, necesariamente, una nueva forma de pensar, que se expresará en nuevas pautas de conducta y expresión. Porque toda la revolución
que hemos visto con la
Singularidad Humana no será posible sin ella.
Es posible imaginar
a esta forma de pensar (independientemente de cómo sea y se presente) creciendo
y evolucionando en feedback con las mutaciones
cerebrales que pueden ocurrir, incluso con el aporte de las máquinas
superinteligentes que a su modo la adoptarán, al menos para interactuar con
nosotros. Un feedback en evolución,
en crecimiento, con complejidad acelerada
y tendiente a infinito, por tener que considerar a todas las Singularidades
ya vistas como campo de estudio, desarrollo y uso.
Nuevamente, podemos
decir que tenemos una Singularidad. Una Singularidad que se relaciona, incluso dirige a las otras tres y las opera,
planteando en todo momento la razón y
sentido de todo el conjunto para poderlo entender, aceptar, manejar y/o
contener. Una Singularidad que nos permite adaptarnos independientemente de nuestra
condición y limitación. Podemos denominarla Singularidad del Pensamiento o bien SuperSingularidad, ya que en algún punto estamos hablando de una
Singularidad de orden superior.
Dos autores de CF se
aventuraron a esbozar una entidad así: Olaf
Stapledon en Hacedor de Estrellas,
y John. C. Wright en “La Edad de Oro”. Wright denomina
a esta Singularidad como Trascendencia, una entidad
autoconsciente de proporciones divinas, fusión y síntesis de todas y cada una
de las personas, máquinas y entidades de cualquier tipo o escala existentes.
Profundizar en lo
que la SuperSingularidad podría
ser implica considerar detalles prácticamente de orden filosófico y teológico profundos, y su mero esbozo es para un
libro y no un simple artículo. Mas podemos bosquejar algunos patrones que posiblemente siga, que
aparecen entrelíneas a lo largo de este artículo, y que están en desarrollo
ahora mismo:
- La noción de escala, tanto en lo infinitamente grande como infinitamente pequeño, en ambos casos más allá de la escala humana. Nuestras investigaciones se enfocan en lo subatómico y celular, y nuestros problemas de cualquier orden se están volviendo de tamaño planetario.
- El concepto de recurso, que todavía consideramos sinónimo de dinero, pero que en muchos casos se relaciona con energía, espacio, capacidades, conocimientos y tiempo. Cualquier cosa o entidad puede ser recurso para una determinada tarea, si se sabe cómo.
- Las ideas de red, complejidad y simultaneidad: un abandono de la sencillez ofrecida por Newton y Descartes (con procesos simples y discretos) por análisis de procesos complejos, dinámicos, con muchas causas y efectos y que ocurren todas a la vez.
- Un replanteo de lo que significa ser persona, tanto a nivel psicológico como social, en su sentir, pensar, relacionarse y actuar. Esto fomentará nuevas pautas de conducta, una nueva ética y moral, y un renacer de la Filosofía, Política y Arte a diverso nivel.
Observaciones
finales
Todo este
desarrollo, que vos lector acabás de leer, considera que las Singularidades no
solo son inevitables, sino que se encuentran a punto de presentarse a nuestros
ojos. Pero esto puede no ser así.
La cuna de la Singularidad Tecnológica,
de Internet y la
Singularidad Humana que puede posibilitar, hoy es el mundo desarrollado: Estados Unidos,
Europa, Japón. Desde hace casi una década este
mundo desarrollado está en crisis sucesiva, algunos dicen que acelerada. Y
unos pocos tienen la osadía de mencionar la palabra decadencia.
Al mismo tiempo, nos
encontramos al borde de una crisis general
de recursos: agotamiento de la energía barata con el Peak de Petróleo y Gas, escasez creciente de minerales raros,
degradación acelerada de tierras de cultivo. Súmese a esto el Cambio Climático, pero también el cambio económico, político y social que
todas estas variables están potenciando y provocando.
Las
Singularidades, aún no nacidas, corren contra el tiempo.
Si nuestra civilización no consigue contener estas cuestiones antes de su nacimiento,
posiblemente no las veamos jamás.
Una palabra cada vez más repetida respecto a nuestra situación, aunque se
busque mencionarla poco, es colapso.
Si nuestra Civilización sufriera un colapso de cualquier tipo (económico, energético,
ecológico, alimentario, médico, político, incluso una guerra nuclear a diversa
escala) podría enfrentarse a un derrumbe
catastrófico que haría inevitable su
desaparición.
Por supuesto, está
la posibilidad de que estemos frente a un estadio temporal. Aún si el mundo
desarrollado dejara de serlo, con potencias como China, India y Brasil la Humanidad seguiría adelante,
en todo caso las Singularidades se retrasarían debido a los cambios. Lo mismo
se podría aplicar frente a todas las otras dificultades, quizá resueltas de
maneras aún no imaginadas.
Pero también pueden existir límites. Por ejemplo, no
sabemos si las máquinas inteligentes son posibles realmente, menos aún las
máquinas superinteligentes. Creemos que sí en función de proyecciones de
nuestros desarrollos actuales, que hasta ahora no se han topado con barreras infranqueables. Quizá haya un límite
a la complejidad de diseño, o no se pueda comprender al cerebro humano tanto
como esperamos o necesitemos, y la creación de esas entidades se nos escape
siempre de las manos. Puede existir un límite a la complejidad de comunicación
que Internet pueda brindar, y la Conciencia Global (con su Singularidad Humana)
apenas llegue a un tosco borrador parcial, sin aspirar ni lograr todo lo que
podamos imaginar para ella.
No nos podemos
olvidar de la posible aparición de elementos
o procesos imprevisibles, no considerados, que echen por tierra todas
nuestras proyecciones. En su primera década, el siglo XXI nos dio muchas
pruebas de ello: la crisis del 2001 en Argentina, el atentado a las Torres
Gemelas, la crisis financiera global, la crisis energética, el huracán Katrina
y los tsunamis, revueltas violentas en Europa, la reciente crisis política en
el mundo árabe, y la lista parece no terminar…
Incluso existe la
estremecedora posibilidad de que lleguemos al estadio de Singularidad, y que termine
siendo sinónimo de colapso, por razones
que no entenderemos hasta que las suframos. O al revés: que lo que llamamos
Singularidad termine siendo otra cosa,
y nada volcado en todas estas páginas sea válido, siquiera útil.
Aún así, en
cualquier caso, ya sea positivo, negativo o neutro, hay una realidad, aquí, ahora. Sucedan todos
estos hechos o no, nos afectarán a
nosotros. No es algo para nuestros hijos, nietos o bisnietos, de manera que
podamos decir “ya se las arreglarán”. Todo
lo que hagamos al respecto, y no hagamos al respecto, repercutirá por más
pequeño que sea en el proceso total y el feedback
nos lanzará el resultado en nuestra
propia cara. No hay escapatoria, ni hay apelación frente a ningún Juez. De
nada servirá mirar hacia otro lado, o negarse siquiera a ver. Lo mismo para actuar,
y para hacerse cargo.
Solo
estamos nosotros mismos.
Y de nosotros
depende.
©
Jorge Korzan
REFERENCIAS
Sobre
Singularidad Tecnológica y Raymond Kurzweil:
http://es.wikipedia.org/wiki/Singularidad_tecnológica
http://www.kurzweilai.net/
Sobre
Kevin Kelly y su visión de Internet:
http://www.kk.org/thetechnium/
Obras
de CF sobre el tema:
“Hacedor
de Estrellas”, de Olaf Stapledon
“La Edad de Oro”, de John C.
Wright
(publicada en tres
tomos en castellano, bajo los títulos: La Edad de Oro,
Fénix Exultante y La Trascendencia Dorada)
“Aprendiendo
a ser Yo”, de Greg Egan (cuento)
“Alfombras
de Wang”, de Greg Egan (relato)
“Ciudad
Permutación”, de Greg Egan
“Diáspora”,
de Greg Egan
“Oceanico”,
de Greg Egan
(en particular las
novelas cortas “Oráculo” y “Singleton”)
* Jorge Korzan nació en Buenos Aires en 1969. Es docente y consultor informático. Varios artículos suyos pueden leerse en la revista Axxón, para cuyo portal web creó la sección “Futuros”.Su blog es: http://www.futuroplus.com.ar/