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domingo, 14 de febrero de 2016

SINGULARIDADES, por Jorge Korzan



Este artículo fue uno de los primeros que publiqué en Revista PROXIMA, apareció en la PROXIMA nro. 9 - VERANO (marzo 2011), hace casi 5 años, El tema me parece apasionante y creo que Jorge Korzan lo desarrolló con gran claridad. Próximamente en su blog, una versión actualizada y adaptada para la publicación digital; aquí el texto original.



SINGULARIDADES

Por JORGE KORZAN



El término Singularidad Tecnológica, o Singularidad a secas, se hizo conocido en la ciencia ficción de la mano de Vernor Vinge en el año 1984. De entonces a hoy, su difusión ha crecido y su definición ampliado, siendo referencia no solo para autores y lectores de CF, sino para corrientes filosóficas como el Futurismo y Transhumanismo.
Todavía son grupos minoritarios, pero esto parece a punto de cambiar.
Otros autores propagan el concepto hacia el gran público, para quien lo tecnológico hoy es la gran moda. Puede pensarse que el entorno general está casi preparado para que el tema se popularice. Para los fans de la Singularidad, incluso todo esto es prueba de que el momento está llegando.
Pero ¿a qué se refieren en concreto con Singularidad? ¿En qué nos puede afectar? ¿Es algo para el futuro o nos tocará a nosotros? ¿Es una o son varias?

La Singularidad Tecnológica
En matemáticas, groseramente hablando, tenemos una singularidad cuando una función converge hacia valores infinitos, como es el caso de las funciones exponenciales o hiperbólicas. Para los físicos que estudian los agujeros negros, una singularidad gravitacional es un punto o estado donde las funciones matemáticas que lo describen también tienden a infinito, al grado en que no se puede determinar ni predecir su estado a futuro, porque las propias reglas y leyes de la física dejan de ser válidas.
Para Vernor Vinge, lo que conocemos como desarrollo tecnológico sigue una curva de tipo exponencial. En particular si observamos al desarrollo de la electrónica, la computación y las tecnologías de manejo de información. Cada uno de estos campos influye sobre el otro de forma tal que su desarrollo se realimenta, con lo que el ritmo de crecimiento aumenta y esto se manifiestacion  más  pendiente  en  la  curva: la proyección
tiende a infinito.
Además, como estamos hablando de tecnología, que es algo que afecta cada actividad de la vida y cultura humanas de maneras que no solo las potencian sino que también las modifican, imaginar una “tecnología infinita” implica una indeterminación. No se puede definir ese estado y mucho menos lo que vendrá después. Por esta razón, en analogía con los casos de matemática y física dados más arriba, a este punto o momento se lo conoce como Singularidad Tecnológica.
Raymond Kurzweil profundiza más en esta idea y señala que los incrementos de desarrollo tecnológico pueden considerarse como incremento de la inteligencia. Cada día incrementamos nuestra información, cada día la procesamos más velozmente, cada día la hacemos circular más. Todos esos procesos influyen y disparan desarrollos que antes eran impensados, desarrollos que magnifican y potencian a su vez todo el proceso, pero por sobre todo lo aceleran.
Esta aceleración implica que lo que para nuestros abuelos eran avances de una década a otra, para nuestros padres fueron cuestión de años, y para nosotros de meses. Aquí podemos dar como ejemplo el desarrollo de la computación personal, pero para el gran público se ve en particular en el desarrollo de internet, los celulares y todo lo relacionado a las comunicaciones.
Observando esto y sumando los desarrollos en las universidades y centros de investigación, Kurzweil desarrolló su Ley de Rendimientos Acelerados, que podemos enunciar así:
La tecnología más inteligencia, produce más tecnología con más inteligencia en tiempos cada vez más cortos.
Esto permite a Kurzweil, en obras como “La Era de las Máquinas Espirituales” o “La Singularidad está cerca”, hacer proyecciones y predicciones acerca de lo que nos espera a medida que nos acerquemos a la Singularidad. Para él, ninguna de esas proyecciones es fantasía, la única variable es cuánto tardarán en llegar: según su Ley de Rendimientos Acelerados no importa qué tan complejo y difícil sea un desafío, una vez encarado su resolución avanza en forma exponencial. Un ejemplo que ofrece es la descripción del genoma humano, tarea que comenzó en la década de 1990 y que en principio se planteó culminaría a mediados de este siglo, pero que terminó resolviéndose en 2003, posibilitando además muchas otras investigaciones más ambiciosas.
¿Qué espera Kurzweil de la Singularidad?
Ante todo, lo que llama superinteligencia, una inteligencia con capacidad superior a la humana: más veloz, más abarcativa, con mayor capacidad de relacionar y con conclusiones más complejas. Concepto resumido en la idea de máquinas inteligentes y/o superinteligentes.
Estas máquinas estarían presentes en todo, en cualquier parte, incluso integradas a nosotros moviéndose en tamaño microscópico por nuestro torrente sanguíneo.
Esta integración con entidades de tamaña potencia y capacidad nos permitirían incrementar a grados insospechados nuestras propias capacidades, pudiendo resolver de maneras hoy impensadas todos nuestros problemas, sin importar su dificultad. Conceptos como la telepatía, o comunicación instantánea mente-a-mente con ideas perfectamente claras sin malinterpretaciones, son tranquilamente considerados, así como la posibilidad de aprovechar la energía disponible en todo proceso, el fin de todas nuestras limitaciones energéticas.
Pero en particular, Kurzweil señala el impacto de la superinteligencia en la comprensión, contención y luego solución de las enfermedades comunes y terminales, del envejecimiento, y la estremecedora posibilidad (para él, completamente plausible) de la inmortalidad.
Resumiendo, en la Singularidad seremos (al menos) semidioses, o estaremos acostumbrados a convivir con ellos, en formas y actividades que ni existen ni podemos imaginar. Todo en un entorno sin límites donde cualquier cosa es posible, donde el único freno a nuestro deseo es la paciencia impuesta por la ley de rendimientos acelerados, paciencia cada vez más soportable pues los tiempos irán tendiendo a cero.
¿Y  qué  tan  próxima  es esta Singularidad? Según
Kurzweil, estaremos entrando en ella alrededor del 2030, en apenas veinte años. 
O sea: tanto vos que leés estas líneas como quien las escribió, y quienes te rodean (incluso padres y abuelos), con un poco de suerte, no solo llegarán a ver este proceso sino que formarán parte de él, lo quieran o no.
Para los pensadores del movimiento llamado Futurismo, al cual pertenece Kurzweil, la Singularidad Tecnológica es un evento inevitable que arrastrará todo lo que conocemos hacia un más allá absolutamente venturoso. Una corriente filosófica denominada Transhumanismo toma en esencia esto como base, analizando, planteando y promoviendo una “humanidad transhumana”, vale decir una especie de Humanidad 2.0 con mejoras y avances en diversas formas sobre todo aspecto imaginable: más inteligente, más hábil, sin enfermedades, enormemente longeva o inmortal.
Obviamente esta visión inmensa tiene su grupo de detractores y de escépticos, cuyos argumentos no vienen al caso ahora, salvo uno: que esta visión peca de simplista y poco desarrollada. Cosa que veremos a continuación, basados en la hipótesis de que viviremos la Singularidad Tecnológica, pero además, y por lo menos, viviremos otras tres.

La Singularidad Humana
Hoy somos prácticamente 7000 millones de personas, cada vez más conectadas y relacionadas. Para los fans de la Singularidad Tecnológica, eso es a la vez un parámetro y un efecto pero ¿y si fuera parte de otro proceso en crecimiento?
Desde hace algunas décadas sabemos que en sistemas dinámicos de gran escala las relaciones e interacciones no son lineales ni en un solo sentido. Se basan en feedbacks o realimentaciones que además de lineales pueden ser ramificadas, involucrando entidades de diferentes tipos y a distintas escalas. Lo vemos en el tema ecológico, en la economía y en la política.
Además, en los últimos años se hace presente el término complejidad. Que no solo se aplica a los temas del párrafo anterior, sino en especial a las investigaciones en genética, y en particular, en neurología. Hoy el Santo Grial de la investigación científica es poder comprender cómo está constituido y opera el cerebro humano; que a la vez, es quizás el desafío más grande jamás afrontado debido a la inmensa complejidad del mismo.
Un factor común, que podemos observar como síntesis de ambos campos, es la invención enormemente popular llamada internet. Para los fans de la Singularidad Tecnológica, es todo un símbolo de la misma Singularidad, un ejemplo de crecimiento y desarrollo exponenciales que responde a la ley de rendimientos acelerados de Kurzweil.
Podemos decir que internet es claro ejemplo de lo expuesto arriba por ser un sistema complejo, de escala planetaria, que desarrolla cada vez más funciones e interviene en cada vez más inter-relaciones, muchas veces realimentadas. Para autores como Kevin Kelly, puede entenderse a Internet como una supermáquina o mejor como un supercerebro de alcance planetario, referente definitivo para todo ser humano, hipótesis que varios fans del Futurismo y Transhumanismo gustan de creer con fe casi cercana al dogma.
Ahora bien, tenemos los sistemas complejos, el estudio del cerebro e incluimos internet en este análisis. ¿Dónde está la Singularidad Humana?
No podemos negar que internet es la herramienta humana de crecimiento más explosivo jamás registrado, con un potencial inmenso que todavía no entendemos, a una escala tan vasta que no podemos abarcar. La cantidad de información (siempre en crecimiento) que acumula, y en especial la velocidad de circulación, relación y cambio de esa información la convierten en el estímulo más poderoso jamás inventado.
Hoy sabemos que el cerebro humano, todo cerebro humano, es una entidad enormemente adaptable, capaz de auto-modificarse para mejorar su adaptación a diferentes estímulos. Creíamos que esa adaptación solo ocurría en la niñez y pubertad, que en la adultez el cerebro “estaba definitivamente ensamblado” y no se adaptaba más: esa suposición es falsa.
Hoy estimamos que 2000 millones de personas acceden a Internet en forma cotidiana. Hoy, ahora, en cada una de esas personas, en vos y en mí, en mayor o menor medida se adaptan y modifican comunicaciones entre neuronas, redes neuronales completas y no sabemos si las propias neuronas cambian en algo. Una gimnasia cerebral que se da día tras día, y como toda buena gimnasia en crecimiento sostenido a lo largo del tiempo. No solo recibiendo y acumulando información, también procesándola y entregándola de nuevo al circuito: un proceso realimentado, feedback constante que promueve que el proceso aumente de forma acelerada. ¿Estos patrones te resultan familiares?
Antes internet, para el gran público, era la inmensa biblioteca de sitios web y blogs, con información relativamente estática de consulta y referencia. Hoy hablamos de la Web 2.0, con las redes sociales, el universo de Windows Live Messenger y en especial servicios como Facebook y Twitter, donde quienes ingresan ven información dinámica y cambiante, con la cual interactúan y a la que agregan más información y más conexiones en forma cada vez más acelerada. Todo esto, nuevamente, repercute en el cerebro, en el cerebro adaptable de cada uno de nosotros.
¿Hacia dónde va ese proceso? Recién ahora estamos empezando a verlo, y posiblemente no tengamos conciencia de todos los detalles, así que solo podemos conjeturar. Lo que sí sabemos es que según estimaciones, en 10 o 15 años la cantidad de personas conectadas a internet se duplicará. Y si el ritmo se mantiene (suposición conservadora, ya que según la ley de rendimientos acelerados lo más probable es que se incremente), para alrededor del 2030 cada ser humano del planeta estará conectado a Internet de alguna forma.
Algunos fans de la Singularidad Tecnológica sueñan que, en esa época, “internet despertará” como una especie de supraentidad planetaria consciente de sí misma.
Quien escribe sospecha que en ese momento conoceremos la Singularidad Humana a plena potencia. ¿Pero cómo? Con mutaciones.
En este momento el concepto de Evolución Natural se está haciendo pedazos. No porque sea falso, sino porque estaba mal planteado y con datos insuficientes. El Árbol de la Evolución planteado por los darwinistas es inexacto e incompleto, con posibilidades de cambio, de mutación, insospechadas hasta ahora y de las cuales no conocemos todavía todas las implicaciones. Asumimos que el proceso de la evolución es lento por analizarlo durante tiempos geológicos, con poca complejidad, bajo estímulo y mínima aceleración. No sabemos prácticamente nada de la evolución en condiciones completamente opuestas. Y hoy existen investigadores que argumentan que la evolución puede darse en saltos cuánticos, de desarrollo explosivo, como los que se observaron tras las extinciones masivas registradas en el pasado geológico de la Tierra.
Cada uno de nosotros es un laboratorio móvil frente a un entorno cada vez más cambiante durante el lapso de vidas cada vez más largas, gracias a los desarrollos médicos.
Además, somos 7000 millones de personas y el número va en aumento, una cantidad de seres humanos jamás registrada en la Historia.
Bajo estas condiciones aceleradas, quizás todos estos cambios afecten en diversas formas a las generaciones siguientes desarrollándolas posiblemente a una velocidad mayor.
El posible resultado: seres humanos con diferente estructura neuronal, con redes neuronales distintas o directamente nuevas, incluso con neuronas de nuevo tipo. Capaces de incorporar y elaborar información más rápido y de forma más completa, posiblemente con más memoria o bien con la capacidad de retener la información de otras maneras. Quizá, como propone Greg Bear en “Los Hijos de Darwin”, esto implique que aprovechen sentidos adicionales, o directamente magnifiquen a niveles sorprendentes los sentidos que ya utilizamos: mejor vista, audición, olfato, etc.
Muy posiblemente exista gente así ahora, ya.
En el ambiente new age se habla hace casi dos décadas de los niños índigo y cristal, supuestos “niños elevados” con mayores niveles de percepción, concepto rebatido por la Medicina como mera superchería sin fundamento. Lo que sí se admite que existe es una explosión de casos del Trastorno de Déficit de Atención (TDAH o ADHD) que en el caso de muchos “niños índigo” se trata con Ritalina.  A la vez, hoy es popular el concepto de autismo, y miramos documentales sobre los idiots savants, personas hiperdesarrolladas para el dibujo, la música y el cálculo pero casi imposibilitadas para el resto de las actividades humanas.
Series de TV como The Big Bang Theory y Doctor House popularizan la imagen del afectado por Síndrome de Asperger, casos de elevada y rápida capacidad intelectual, sumada a una deficiencia muchas veces notoria en la capacidad de relación emocional con los allegados más próximos.
En la evolución, la mayor parte de las mutaciones son incompletas, con capacidad de adaptación limitada, intentos fallidos. Quién sabe si todos los casos enumerados arriba son (o no) borradores de un proyecto no concluido. Pero más importante aún ¿existen casos en donde la mutación haya sido completa, desarrollable y transmisible? ¿Y en qué?
No tenemos de eso la menor idea. Bajo la suposición de que tal cosa es posible, vos que leés estas líneas podrías ser un mutante, sin sospecharlo siquiera.
Porque la posibilidad más impresionante de estas mutaciones no es solo la capacidad de percepción, sino la de expresión. Un ser humano con otra estructura neuronal no solo percibiría su entorno de diferente modo, sus respuestas serían también diferentes, y esas respuestas incluirían sus razonamientos, sus iniciativas y sus creaciones.
En este contexto, posiblemente varias personas que denominamos genios o personajes excepcionales tengan estas características. Tal vez, simplemente, han sabido adaptarse para expresar su mutación de manera que las pautas estándar de nuestra cultura y sociedad las acepten. Normalmente, esto no sucede así, y en la enorme mayoría de los casos podemos imaginar a esas mutaciones ignoradas y reprimidas por los propios mutantes para no ser rechazados, o estar en desventaja, frente a un entorno donde viven que no les aceptaría ni comprendería si se manifestaran como son.
Hasta aquí hablamos de la expresión individual de una persona, quizás un posible mutante. Pero al hablar de los seres humanos también debemos analizar su capacidad de expresión social.
Gracias a las redes sociales en expansión, gracias al incremento de conectividad dado por una internet en crecimiento, hoy somos partícipes y testigos del mayor crecimiento en las relaciones sociales jamás registrado. Millones de personas entran en relación con otras, residentes en extremos opuestos del mundo, intercambiando experiencias, confidencias, emociones, incluso secretos sin conocerse personalmente, sin importar siquiera las diferencias de idioma gracias a servicios de traducción cada vez más eficaces, tendientes a operar en forma instantánea.
Para los críticos de las redes sociales, esta inmensa cantidad de relaciones puede no significar nada, ser irrelevante, malinterpretada con actitudes egoístas y narcisistas sin justificar una relación real y significativa. Puede ser que tengan toda la razón, pero esta explosión que vemos está recién comenzando, no ha llegado a su punto máximo y no sabemos cómo evolucionará.
Hay quien piensa en una inteligencia basada en Twitter por ejemplo, una especie de expresión grupal a gran escala acerca de un tema puntual, político, económico o social que podría terminar siendo la expresión pública de la Humanidad conectada como un todo, la Opinión Pública que opina y se expresa a escala local, nacional, incluso planetaria.
Ciertamente esta idea es una suposición embrionaria difícil de imaginar, pero no podemos negar que puede desarrollarse. A través de Twitter se han criticado y condenado públicamente las últimas elecciones en Irán, incomodando a los gobiernos, que frente a los hechos reaccionaron en forma más lenta. Y es significativo hoy en día que los políticos busquen participar en las redes sociales, en una conexión con sus votantes, partidarios y/o representados, sin intermediarios.
¿Podemos imaginar un crecimiento de esta Conciencia Global, por denominarla de algún modo? ¿Podemos prever no solo que opine, sino que actúe a gran escala, como puede apreciarse en corrientes solidarias frente a desastres naturales, donde no solo se avisa y se observa, sino también se coordinan movimientos y distribución de recursos?
¿Podemos imaginar a esta Conciencia Global mirándose a sí misma, corrigiendo sus limitaciones y errores, elaborando proyectos y planteándose objetivos? ¿Podemos imaginar un paso más y plantear a esta Conciencia Global imponiendo exigencias y reclamando derechos y obligaciones?
Cuando esta Conciencia Global se vea, se reconozca, y comience a propagarse y debatirse en internet, podemos esperar la más grande revolución jamás vista en toda la historia humana. Porque hasta ahora, las revoluciones siempre fueron locales, siempre fueron de élites, en este caso posiblemente también, pero la diferencia es de escala. Con internet la escala es planetaria y su influencia puede terminar desgajando el concepto de política, de gobierno, de responsabilidad social, de derecho, de responsabilidad y obligación en toda región del globo.
Podemos plantear este momento como una Singularidad, en el sentido de que estamos frente a lo desconocido, a una escala que no podemos evaluar y en base a relaciones que no podemos prever. Esto sin contar que la expresión de esta Conciencia Global estará afectada por todas y cada una de las mutaciones individuales, que tienen la posibilidad de expresarse en el anonimato de la mínima escala, de la masa promedio. De hecho, muy posiblemente la propia Conciencia Global sea la expresión promedio de una mutación en crecimiento y desarrollo acelerados.
Frente a esta Singularidad Humana estamos con las piezas presentadas pero no tenemos idea de cómo encajan entre sí. Cuando se aproxime, veremos una explosión de permutaciones y relaciones crecientes, aprovechando las herramientas que dará la Singularidad Tecnológica, cada vez más versátiles, más complejas, en mayor número y a ritmo más acelerado. Cuando esto suceda, y se perciban claramente los efectos colaterales que genere (y que seguramente nos afectarán, a nivel personal y grupal) nos parecerá tan importante que la misma Singularidad Tecnológica en comparación nos parecerá irrelevante.
Porque frente a la Singularidad Humana, todo lo que entendemos por cultura, sociedad, costumbres, economía, política, la entera civilización actual será analizado, discutido, juzgado y sometido a cambios, tanto por acción como por omisión, y en forma cada vez más acelerada. Los gobiernos, las religiones y cualquier otra institución, temerosos de tener competencia o de ser obligados a adaptarse o morir, harán todo lo posible por acotarla o acogotarla, usando también recursos dados por la Singularidad Tecnológica. Aquí se abre una variedad de posibilidades que dejo a libre imaginación, pues implican toda una indeterminación.
Querámoslo o no, la Singularidad Humana está tan cercana a nosotros como la Singularidad Tecnológica, por lo tanto todos nosotros también seremos testigos y parte involucrada.
Lamentablemente, además de estas Singularidades deberemos ocuparnos de otra más.

La AntiSingularidad o ContraSingularidad
Hasta aquí todo impresionante ¿verdad? Pero ahora pongamos algunos paños de agua fría sobre nuestras cabezas afiebradas.
En el universo matemático existen curvas exponenciales, entendemos que en los agujeros negros hay singularidades físicas, pero en el resto del Universo real esto implicaría procesos o eventos equivalentes. Y la realidad es que no existen, o mejor dicho, pueden tomar desarrollos exponenciales por cierto período, para luego cambiar hacia otro estado.
Un ejemplo que todos vivimos es la niñez y pubertad. El desarrollo de un bebé recién nacido hasta los 3-4 años puede considerarse como exponencial, así como el crecimiento explosivo de la adolescencia. Pero al llegar a la adultez este crecimiento se degrada, derivando en la vejez.
En la naturaleza los crecimientos exponenciales son inestables, y su resultado final es de colapso, como puede apreciarse en una supernova o un cáncer. Podríamos decir, aunque no entendemos cómo, que de alguna forma los procesos exponenciales son contenidos de manera que resulten útiles durante cierto intervalo ¿pero esto es solo para evitar colapsos destructivos?
No podemos definir todavía qué es la Vida, pero podemos decir que es un proceso dinámico en muchos sentidos, que aprovecha y a la vez combate la entropía: el desgaste y freno de todo proceso físico, químico y en especial informacional. La entropía es caos y desorden en cualquier factor, mientras que todo proceso viviente requiere cierto orden estable y continuado, sin el cual no puede existir. Mientras se mantenga un equilibrio, mientras la Vida se mantenga en esa eterna cuerda floja, perdurará; pero al menor desequilibrio la entropía siempre gana.
Cualquier Singularidad, prácticamente por definición, es un proceso tan vasto y en especial complejo que puede ser considerado casi como un proceso viviente. Y en ese sentido también está sujeta a esa tensión frente a la entropía. Lo interesante aquí sería ver dónde se producen el desorden, el caos: el término más adecuado para definirlo como un todo es conflicto.
En la Singularidad Humana, donde ante todo hablamos de seres humanos únicos y complejos en sí mismos, probablemente sujetos a una mutación a gran escala y acelerada, y relacionados de forma más compleja aún, en formas dinámicas y no ordenadas, siempre la posibilidad de conflicto estará presente ya que forma parte de todo entramado social. Esto lo vemos en la vida cotidiana cada uno de nosotros, y puede verse documentado en la historia. Y en la historia, muchas veces, hemos visto guerras, depresiones económicas y derrumbe de civilizaciones producidos, esencialmente, por conflictos mal contenidos propagados a alta velocidad, incluso exponencialmente.
Podemos señalar que cuanto más compleja y desarrollada sea una Singularidad, más crecerán sus posibilidades de conflicto. Cada hecho, cada relación incluirá conflicto, al menos en forma potencial.
Y puede darse la posibilidad de que el crecimiento exponencial del conflicto sea mayor que el de la Singularidad misma, desafío ineludible frente al cual la alternativa es colapso y/o desaparición.
Siendo el conflicto dependiente de la Singularidad, es lógico suponer que su crecimiento y desarrollo compartirá los mismos patrones y características. Lo que equivale a decir que es otra Singularidad, que bien podemos denominar AntiSingularidad o ContraSingularidad, el equilibrio entrópico de la Singularidad misma.
En este punto, los fans de la Singularidad Tecnológica bien pueden replicar que lo descrito es aplicable a la Singularidad Humana, que por incluir seres humanos caóticos e imperfectos de por sí también incluyen conflicto, pero que en el caso de la Singularidad Tecnológica no sería así por tratarse de un proceso básicamente ordenado, que al llegar al estadio de las máquinas superinteligentes podría considerarse ordenado del todo, sin posibilidad de conflicto alguno.
Lamentablemente para ellos, hay razones para poner esto en duda.
En primer lugar, la Singularidad Tecnológica está y estará en relación con la Singularidad Humana. Podrá ser ordenada y perfecta, pero aún en forma pasiva participará en toda relación perteneciente a la Singularidad Humana, siendo canal de conflicto, incluso maximizándolo. Podemos imaginar que actúe como regulador de conflictos: eso implica otra relación que también incluirá conflictos, ya que ninguna regulación es perfecta.
La Singularidad Tecnológica podría decidir escindirse de la Singularidad Humana, ya que esta es canal de conflicto potencialmente destructivo. En ese caso podemos imaginar a las máquinas superinteligentes abandonando a los seres humanos, o bien decididas a aniquilarlos, en cualquiera de los casos borrando el problema. Aquí estamos citando un tema muy explorado en la CF, en especial en el cine con obras como las sagas Terminator y Matrix, y posiblemente en muchas más en el futuro. Como puede verse de inmediato, ambas posturas son relaciones que también implican conflicto.
Pero, en segundo lugar, hay algo peor para las máquinas que sus relaciones con la terrible Singularidad Humana.
Imaginar una máquina inteligente, incluso una máquina superinteligente, aunque sea algo ininteligible para nosotros, limitados seres humanos, implica algo que conocemos muy bien.
Como podemos ver en nosotros mismos, una entidad compleja suficientemente capaz de pensar, actuar y luego posiblemente decidir qué hacer en ambientes versátiles y complejos, termina desarrollando una personalidad, se vuelve persona. Por lo menos esto implica tener un yo, un sentido de identidad frente a otras entidades diferenciadas. Podríamos decir que toma conciencia de si misma, sin entrar en disquisiciones no resueltas acerca de qué denominamos como conciencia. Pero solo con esto, tenemos una entidad con capacidad de elección, con libre albedrío.
Multiplíquese esto por la cantidad de máquinas que queramos. El orden impoluto de la Singularidad Tecnológica se va al demonio de su propia AntiSingularidad. Cuando las máquinas sean inteligentes se volverán personas aún en sus propios términos, lo que generará conflicto entre ellas. Y cuando sean superinteligentes, la cosa empeorará. Siendo más perfectas (rápidas, complejas) que los seres humanos, los conflictos entre ellas se multiplicarán más rápido y de forma mucho más compleja, con lo que su AntiSingularidad crecerá más que en el caso de la Singularidad Humana.
Bien podríamos imaginar que en este escenario, las máquinas desarrollarían envidia al vernos a nosotros, que como criaturas limitadas también tenemos nuestros conflictos acotados en algún punto, sin llegar a niveles que para ellas podrían ser inmanejables. Y quién sabe si al final, las máquinas superinteligentes decidieran que no pueden vivir sin nuestra ayuda, porque serían los seres humanos quienes posibiliten que se regulen ellas entre sí de alguna forma, y no al revés.
Más allá de este punto solo podemos especular. Apenas somos capaces de evaluar la Singularidad Tecnológica, vislumbrar la Singularidad Humana, considerar la AntiSingularidad. Nos supera intentar imaginar cómo las Singularidades Tecnológica y Humana querrán contener a la An-
tiSingularidad que ellas mismas generarán.
Pero estamos en condiciones de plantear una Singularidad más, indispensable para poder entender y convivir con las tres que ya mencionamos.

La SuperSingularidad o Singularidad de Pensamiento
Frente a las tres Singularidades ya nombradas, forzosamente tendremos que adaptarnos, por propia iniciativa o arrastrados por las circunstancias que las Singularidades originen. Sea por cambios que nosotros provoquemos o no, las Singularidades generarán feedbacks que influirán sobre nosotros, repitiendo y acelerando este proceso una y otra vez.
Tras leer todo lo anterior, en este punto podemos preguntar no solo si la Humanidad podrá vivir en este entorno, o siquiera sobrevivir, sino simplemente existir. Según Kurzweil y los Transhumanistas, la solución pasa por cambiar de estado. La propuesta es dejar el formato biológico del cuerpo y del cerebro, pasando a reemplazos tecnológicos, más eficientes, confiables y perfeccionables. O mejor, sintetizar nuestra mente en un entorno de software puro, transformarnos en una suerte de espíritus digitales que podrían interactuar con el universo físico mediante diversas tecnologías, como se puede ver en varios cuentos y novelas de Greg Egan. En palabras del propio Kurzweil, integrarnos con las máquinas superinteligentes y ser una entidad superinteligente más, con lo que nuestra capacidad de adaptación quedaría asegurada.
Pero pese a los creyentes en las máquinas superinteligentes, lo más probable es que ellas terminen planteándose igual desafío que nosotros, solo que a distinto nivel. Como vimos por la naturaleza de la AntiSingularidad que enfrentarán, posiblemente encaren ese desafío antes que nosotros. Confiamos en que su superinteligencia sea garantía de éxito, pero sobre eso no tenemos seguridad alguna.
En este escenario que consideramos, tanto seres humanos como máquinas están igual de limitados. Y cuando las Singularidades tiendan a infinito más allá de toda comprensión, serán reducidos a la nada.
¿Cómo afrontar esto?
Todo lo que hemos conseguido y desarrollado ha sido en base a una forma de pensar. Frente a escenarios dados por la naciente Singularidad Tecnológica, es evidente que nuestra forma de pensar actual está llegando a un límite, y le cuesta avanzar más allá de ciertos puntos, en particular ante problemas de gran escala como la economía, la ecología, la pobreza en el mundo, las pautas sociales en continuo cambio, etc.
Hoy estamos desarrollando, descubriendo y evaluando nuevas formas de acción, nuevas normas de conducta y nuevas pautas de análisis, de la mano de los emprendedores que generan novedades en internet y todas sus tecnologías asociadas. Aunque no lo tengamos conscientemente analizado, lo sabemos; y por esta razón, a esta clase de personas ahora las elevamos al nivel de brillantes estrellas. Kurzweil es un emprendedor tecnológico aparte de pensador y divulgador, conocido por el sintetizador musical que lleva su apellido, por ser uno de los padres del OCR que nos permite escanear textos, y otros desarrollos. Otros señalan a personajes mucho más conocidos como Bill Gates y Steve Jobs, en lo referente a influencia empresarial y social. Es muy probable que aparezcan más personalidades de este tenor, y se le termine dando al emprendedurismo tecnológico una importancia que hoy apenas podemos sospechar.
Pero, como todo en lo relativo al hombre, hablamos de enfoques parciales. El emprendedurismo tecnológico apunta al futuro pero no es la garantía de futuro (por más que se la venda con todo éxito en los próximos años), es solo una garantía, y hay otras.
Tiene que ser así. Por la sencilla razón de que el emprendedurismo, por más que fomente y genere una Singularidad, es y será limitado frente a ella, incluso con la probabilidad de ser devorado por su propia creación ¿cómo es esto?
El emprendedor es una figura desarrollada en una cultura capitalista de consumo a gran escala, donde un valor importante es la diferencia: de capital, de recursos, de iniciativa, de estilo, de habilidades, de poder y de fama. Esto se puede apreciar en los medios pero en especial en redes sociales como Twitter, donde estos patrones influyen en los niveles de comunicación entre gente que es seguidora (consume mensajes) y otra gente que es seguida (genera mensajes e influye en los temas a tratar, incluso creándolos).
Ahora bien, cuando las Singularidades despeguen e impongan cambios cada vez más acelerados, en particular si son positivos, un efecto que podemos esperar ver es que entre seres humanos las diferencias se irán diluyendo. Las tecnologías son cada vez más baratas, y podemos sospechar que a futuro los recursos también serán cada vez más baratos, con lo que podríamos aspirar a una edad de oro de riqueza material, donde todo puede ser posible. En ese escenario ideal, ideas como capital, recursos, habilidades se esfumarán, cualquiera dispondrá de ellas. Seguirían habiendo otras diferencias, como la de la iniciativa, hasta que impongan su supremacía las máquinas superinteligentes. En ese momento, podemos aventurar que la figura del emprendedor se reducirá hasta desaparecer, su influencia será cero.
Con este ejemplo podemos observar que quizás convenga enfocarse en alternativas como la filosofía, la psicología, el arte. Cuando la Singularidad Tecnológica se dispare, tanto ciencia como tecnología tendrán vida propia más allá de nosotros, que como seres humanos podremos concentrarnos en estudiar y desarrollar nuestras características humanas. Muy posiblemente esto, más que otra cosa, sea la base de la Singularidad Humana.
Y el fruto de estos desarrollos combinados será, necesariamente, una nueva forma de pensar, que se expresará en nuevas pautas de conducta y expresión. Porque toda la revolución que hemos visto con la Singularidad Humana no será posible sin ella.
Es posible imaginar a esta forma de pensar (independientemente de cómo sea y se presente) creciendo y evolucionando en feedback con las mutaciones cerebrales que pueden ocurrir, incluso con el aporte de las máquinas superinteligentes que a su modo la adoptarán, al menos para interactuar con nosotros. Un feedback en evolución, en crecimiento, con complejidad acelerada y tendiente a infinito, por tener que considerar a todas las Singularidades ya vistas como campo de estudio, desarrollo y uso.
Nuevamente, podemos decir que tenemos una Singularidad. Una Singularidad que se relaciona, incluso dirige a las otras tres y las opera, planteando en todo momento la razón y sentido de todo el conjunto para poderlo entender, aceptar, manejar y/o contener. Una Singularidad que nos permite adaptarnos independientemente de nuestra condición y limitación. Podemos denominarla Singularidad del Pensamiento o bien SuperSingularidad, ya que en algún punto estamos hablando de una Singularidad de orden superior.
Dos autores de CF se aventuraron a esbozar una entidad así: Olaf Stapledon en Hacedor de Estrellas, y John. C. Wright en “La Edad de Oro”. Wright denomina a esta Singularidad como Trascendencia, una entidad autoconsciente de proporciones divinas, fusión y síntesis de todas y cada una de las personas, máquinas y entidades de cualquier tipo o escala existentes.
Profundizar en lo que la SuperSingularidad podría ser implica considerar detalles prácticamente de orden filosófico y teológico profundos, y su mero esbozo es para un libro y no un simple artículo. Mas podemos bosquejar algunos patrones que posiblemente siga, que aparecen entrelíneas a lo largo de este artículo, y que están en desarrollo ahora mismo:

  1. La noción de escala, tanto en lo infinitamente grande como infinitamente pequeño, en ambos casos más allá de la escala humana. Nuestras investigaciones se enfocan en lo subatómico y celular, y nuestros problemas de cualquier orden se están volviendo de tamaño planetario.
  2. El concepto de recurso, que todavía consideramos sinónimo de dinero, pero que en muchos casos se relaciona con energía, espacio, capacidades, conocimientos y tiempo. Cualquier cosa o entidad puede ser recurso para una determinada tarea, si se sabe cómo.
  3. Las ideas de red, complejidad y simultaneidad: un abandono de la sencillez ofrecida por Newton y Descartes (con procesos simples y discretos) por análisis de procesos complejos, dinámicos, con muchas causas y efectos y que ocurren todas a la vez.
  4. Un replanteo de lo que significa ser persona, tanto a nivel psicológico como social, en su sentir, pensar, relacionarse y actuar. Esto fomentará nuevas pautas de conducta, una nueva ética y moral, y un renacer de la Filosofía, Política y Arte a diverso nivel.


Observaciones finales
Todo este desarrollo, que vos lector acabás de leer, considera que las Singularidades no solo son inevitables, sino que se encuentran a punto de presentarse a nuestros ojos. Pero esto puede no ser así.
La cuna de la Singularidad Tecnológica, de Internet y la Singularidad Humana que puede posibilitar, hoy es el mundo desarrollado: Estados Unidos, Europa, Japón. Desde hace casi una década este mundo desarrollado está en crisis sucesiva, algunos dicen que acelerada. Y unos pocos tienen la osadía de mencionar la palabra decadencia.
Al mismo tiempo, nos encontramos al borde de una crisis general de recursos: agotamiento de la energía barata con el Peak de Petróleo y Gas, escasez creciente de minerales raros, degradación acelerada de tierras de cultivo. Súmese a esto el Cambio Climático, pero también el cambio económico, político y social que todas estas variables están potenciando y provocando.
Las Singularidades, aún no nacidas, corren contra el tiempo. Si nuestra civilización no consigue contener estas cuestiones antes de su nacimiento, posiblemente no las veamos jamás. Una palabra cada vez más repetida respecto a nuestra situación, aunque se busque mencionarla poco, es colapso. Si nuestra Civilización sufriera un colapso de cualquier tipo (económico, energético, ecológico, alimentario, médico, político, incluso una guerra nuclear a diversa escala) podría enfrentarse a un derrumbe catastrófico que haría inevitable su desaparición.
Por supuesto, está la posibilidad de que estemos frente a un estadio temporal. Aún si el mundo desarrollado dejara de serlo, con potencias como China, India y Brasil la Humanidad seguiría adelante, en todo caso las Singularidades se retrasarían debido a los cambios. Lo mismo se podría aplicar frente a todas las otras dificultades, quizá resueltas de maneras aún no imaginadas.
Pero también pueden existir límites. Por ejemplo, no sabemos si las máquinas inteligentes son posibles realmente, menos aún las máquinas superinteligentes. Creemos que sí en función de proyecciones de nuestros desarrollos actuales, que hasta ahora no se han topado con barreras infranqueables. Quizá haya un límite a la complejidad de diseño, o no se pueda comprender al cerebro humano tanto como esperamos o necesitemos, y la creación de esas entidades se nos escape siempre de las manos. Puede existir un límite a la complejidad de comunicación que Internet pueda brindar, y la Conciencia Global (con su Singularidad Humana) apenas llegue a un tosco borrador parcial, sin aspirar ni lograr todo lo que podamos imaginar para ella.
No nos podemos olvidar de la posible aparición de elementos o procesos imprevisibles, no considerados, que echen por tierra todas nuestras proyecciones. En su primera década, el siglo XXI nos dio muchas pruebas de ello: la crisis del 2001 en Argentina, el atentado a las Torres Gemelas, la crisis financiera global, la crisis energética, el huracán Katrina y los tsunamis, revueltas violentas en Europa, la reciente crisis política en el mundo árabe, y la lista parece no terminar…
Incluso existe la estremecedora posibilidad de que lleguemos al estadio de Singularidad, y que termine siendo sinónimo de colapso, por razones que no entenderemos hasta que las suframos. O al revés: que lo que llamamos Singularidad termine siendo otra cosa, y nada volcado en todas estas páginas sea válido, siquiera útil.
Aún así, en cualquier caso, ya sea positivo, negativo o neutro, hay una realidad, aquí, ahora. Sucedan todos estos hechos o no, nos afectarán a nosotros. No es algo para nuestros hijos, nietos o bisnietos, de manera que podamos decir “ya se las arreglarán”. Todo lo que hagamos al respecto, y no hagamos al respecto, repercutirá por más pequeño que sea en el proceso total y el feedback nos lanzará el resultado en nuestra propia cara. No hay escapatoria, ni hay apelación frente a ningún Juez. De nada servirá mirar hacia otro lado, o negarse siquiera a ver. Lo mismo para actuar, y para hacerse cargo.
Solo estamos nosotros mismos.
Y de nosotros depende.
© Jorge Korzan



REFERENCIAS
Sobre Singularidad Tecnológica y Raymond Kurzweil:
http://es.wikipedia.org/wiki/Singularidad_tecnológica
http://www.kurzweilai.net/

Sobre Kevin Kelly y su visión de Internet:
http://www.kk.org/thetechnium/
Obras de CF sobre el tema:
“Hacedor de Estrellas”, de Olaf Stapledon
“La Edad de Oro”, de John C. Wright
(publicada en tres tomos en castellano, bajo los títulos: La Edad de Oro,
Fénix Exultante  y La Trascendencia Dorada)
“Aprendiendo a ser Yo”, de Greg Egan (cuento)
“Alfombras de Wang”, de Greg Egan (relato)
“Ciudad Permutación”, de Greg Egan
“Diáspora”, de Greg Egan
“Oceanico”, de Greg Egan
(en particular las novelas cortas “Oráculo” y “Singleton”)


* Jorge Korzan nació en Buenos Aires en 1969. Es docente y consultor informático. Varios artículos suyos pueden leerse en la revista Axxón, para cuyo portal web creó la sección “Futuros”.Su blog es: http://www.futuroplus.com.ar/