Un gran cuento policial ambientado en una Argentina paralela donde la tecnología ha tomado un camino completamente distinto al que conocemos.
1957
ALEJANDRO ALONSO
Un relámpago, otro. El inspector Severino Gómez percibe una postal estroboscópica de claroscuros lunares. Ni siquiera hay sangre, como si también el muerto le mezquinara color al cuadro.
Las cortinas del departamento de Ingeniería de la Siemens están cerradas, así las encontraron. El perito fotográfico indica que ha terminado por el momento, y alguien las descorre para que la luz pase. Por el ventanal se ve el paredón perimetral de la fábrica. Gómez asiente, se masajea los párpados. El cerebro asume que las cosas tienen matices. El café surte efecto.
Lo habían mandado a llamar, a pesar del franco. El principal Benítez sabía dónde encontrarlo: en la cama de la Colorada. Era el único sitio donde el inspector Gómez podía dormir en paz. No tenía mujer que lo esperara, ya no. Clarita había fallecido el año anterior por complicaciones del parto. El bebé había nacido muerto. Y la casita de la calle San Lorenzo se lo recriminaba, con esa mirada perruna que tienen las casas, como si necesitara olfatear los cuerpos para darles la despedida.
(...)
Para leer el cuento completo: Revista PROXIMA nro.9 - pag 16
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