Otro cuento de este gran escritor cubano, ganador del UPC 2010: Formas de vida desconocidas y los riesgos de querer saber demasiado.
YOSS
No todo es lo que parece ser a lo lejos.
Buda
Ahora que la lluvia ácida borró los rastros ustedes me miran y me dicen que estoy loco. ¡Pero no les diré dónde están sus restos! Ella vendrá de nuevo, lo sé y la estaré esperando.
Por eso les contaré todo, aunque esta absurda camisa de fuerza me esté cortando la piel. Ustedes tienen que creerme, tienen que dejarme libre para cuando ella regrese... y de todas formas no tengo nada que esconder; siempre he creído que sacar al viento los recuerdos alivia el alma.
Era una mañana negra, de esas en que la lluvia amenaza a cada instante con caer y el cielo parece la sombra de una amena aurora, apenas. Un día de los más tristes del año, aunque el parte meteorológico no incluya ese aspecto, nunca he sabido por qué. Pero yo tenía que trabajar.
Mis botas hollaban los más antiguos estratos de basura, los del siglo pasado seguramente, y los moradores de los detritus saltaban para no ser aplastados; entonces los capturaba. Mi labor consiste precisamente en eso: analizar los muladares buscando mutantes que aún no sabemos producir en el laboratorio. Casi siempre encontramos alguna variedad útil. Pero supongo que todo eso esté en mi historia clínica, por eso el sello de «Alto Peligro Laboral». Sí, es mejor que cuente ya cómo la vi. Como si lo estuviese viendo ahora... Me orienté con la brújula, porque el helicóptero me recogería en un punto determinado, y si no estaba allí a la hora acordada, tendría que vagar semanas entre los montes de desechos. Más de uno ha perecido al agotársele su provisión de aire y tener que respirar las miasmas sulfúricas de los detritus. Entonces vi saltar delante de mí a un mutante bastante grande, una forma espiralada de molusco gasterópodo, que se alejó usando su cuerpo como un muelle. Y cuando traté de capturarlo, la vi a ella.
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