Un cuento muy particular. Leerlo es como espiar por la mirilla de en un universo alucinado y, aún así, completamente coherente.
A TRAVÉS DE un VIWAMA
FRANCISCO DEL SAR
Skatavie abrió la escotilla y se enderezó sin poder creer que había viajado en algo tan pequeño.
Hasta donde pudo ver, aquel mundo parecía un sótano inundado.
Miró a través de la mirilla del viwama que sostenía con las dos manos frente a su ojo derecho. No sin esfuerzo, había cerrado el izquierdo. El agujero por el que miraba atravesaba en su camino al cráneo de una criatura a la que le debía sus facultades. Ahora estaba dedicado a leer la configuración formada por los haces de luz en su interior. Los haces de luz no se detenían. Skatavie necesitaba que lo hicieran para confirmar si podría activar los ceilis que existían en estado latente. Algo que no podía enseñarse ni ser aprendido como el resto de las cosas. Skatavie ni siquiera recordaba haber adquirido esa habilidad y sin embargo era uno de los mejores en su campo. Después de un instante, las luces y los rayos dejaron de moverse. El huevo dejó de temblar. Al fin Skatavie pudo ver. Estaba mirando a un ceili que avanzaba sobre tres enormes bolas de piel cubiertas de grumos que respiraban cada vez que el movimiento se los permitía. La piel estaba hecha de tiras que giraban sin detenerse en torno a algunos huesos y, cada tanto, un ojo que nunca alcanzaba a mirarlo.(...)
Para leer el cuento completo: Revista PROXIMA nro.10 - pag 26
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